Cómo cuidar y acompańar
Las personas con diabetes mejoran el control de su enfermedad cuando las personas cercanas las apoyan, cuidan y acompañan. Cuidar y acompañar a una persona con una enfermedad crónica supone darle importancia y centrarse tanto en su salud física como en la emocional.
Es importante que la persona cuidadora sepa:
- En qué consiste la diabetes.
- La importancia del control del peso mediante una alimentación saludable y el ejercicio físico.
- La necesidad de no consumir tabaco ni alcohol.
- Usar el glucómetro para conocer los niveles de glucosa en sangre.
- Cómo se toma la medicación o se inyecta la insulina.
- Las complicaciones más frecuentes y cómo actuar frente a ellas.
- Los recursos sanitarios a los que se puede acudir si lo necesitan.
Infancia y adolescencia
Cuando la diabetes aparece durante la infancia o la adolescencia, la familia se convierte en la principal fuente de aprendizaje y apoyo para saber vivir con la enfermedad. De hecho, los hábitos que se inculquen en estas etapas influirán en la vida adulta. Por eso es importante que la familia en su conjunto adquiera:
- Conocimientos sobre la enfermedad, su control y tratamiento.
- Los hábitos saludables necesarios para ayudar a mantener los niveles de glucosa en sangre que se han establecido como objetivos.
- Una actitud y afrontamiento positivo para integrar la diabetes como una experiencia vital más, compatible con seguir disfrutando, nos ayudará a mantener hábitos beneficiosos para la familia en su conjunto.
También es conveniente que el profesorado de la escuela y comunidad educativa comprendan qué es la diabetes, conozcan las peculiaridades del tratamiento y las rutinas de quien tiene diabetes, y que sepan responder rápido y con precisión en situaciones de urgencia. De esta forma, podrán facilitar la integración escolar y social del niño o niña con diabetes, normalizando la situación y eliminando falsas creencias entre el resto del alumnado, como puede ser que piensen que la diabetes es contagiosa.
Vejez

Durante esta etapa de la vida, la prevención cobra una mayor importancia, ya que el tiempo que pasa desde que empieza la enfermedad es, en sí mismo, un factor de riesgo en el desarrollo de complicaciones.
Por ejemplo, las situaciones de hipoglucemia e hiperglucemia pueden pasar desapercibidas, ya que los síntomas que manifiestan no son los típicos. Además, la hipoglucemia aumenta el riesgo de caídas, fracturas, demencia y, por consiguiente, el número de ingresos en el hospital.
Por tanto, la persona cuidadora y convivientes serás clave tanto a la hora de prevenir complicaciones y accidentes, como para promover unos hábitos de vida saludables que le permitan tener una adecuada calidad de vida.
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