Cuidados en la diabetes
- Cuidados en la diabetes
- Hábitos de vida saludable
- Cuidado de los pies
- Medir la glucosa en sangre
- Tratamiento farmacológico
- Situaciones concretas
- Cuándo consultar
- -
Los cuidados van dirigidos a mantener un adecuado nivel de glucosa en sangre y así prevenir los riesgos asociados a la diabetes. Además de acudir a las citas de seguimiento que realiza el equipo sanitario de referencia, será necesario que las personas con diabetes sigan las siguientes recomendaciones:

- Llevar una alimentación variada y equilibrada.
- Practicar y haciendo ejercicio físico de forma regular.
- No consumir tabaco ni alcohol.
- Mantener un peso corporal adecuado a la edad y sexo.
- Realizar un cuidado especial de los pies.
- Cumplir con el tratamiento farmacológico prescrito.
- Prevenir complicaciones, y saber cuándo y a quién consultar.
Además, mantener un nivel de grasa corporal saludable mejora el metabolismo de los hidratos de carbono y disminuye la resistencia a la insulina. Por eso, en los casos de personas con sobrepeso u obesidad, se recomienda reducir el peso, manteniendo la masa muscular. Esto, además de mejorar la calidad de vida, puede ayudar a reducir la necesidad de insulina o de medicación.
Hábitos de vida saludable
A las personas con diabetes se les ofrece las mismas recomendaciones nutricionales que a la población general:
- Alimentación variada y equilibrada, que incluya frutas enteras, verduras y hortalizas, así como legumbres y frutos secos. Elegir alimentos integrales, ya que la fibra hace que la glucosa se absorba de forma más lenta, lo que ayuda a mantener la glucemia estable durante más tiempo. Esto evita el riesgo de hipoglucemias.
- Consumir agua frente a bebidas azucaradas.
- Evitar alimentos altos en grasas saturadas, como las frituras, entre otros.
- Eliminar los alimentos procesados y empaquetados como galletas, bollería, fritos… por su contenido en grasas perjudiciales.
- Restringir la cantidad y frecuencia de los hidratos de carbono simples, como zumos, miel, repostería, refrescos, bebidas energéticas, etc.
- Evitar los edulcorantes naturales calóricos (miel, jarabe de arce, azúcar de palma, de coco…), y los artificiales calóricos (sorbitol, xilitol, manitol…), porque pueden elevar la glucemia. En su lugar, se puede usar aspartamo y sacarina, porque no alteran el nivel de glucosa.
- Se recomienda cocinar al vapor, horno, escalfado, hervido, plancha, estofado.
El equipo sanitario de referencia valorará la necesidad de crear un plan de alimentación específico. Además, te podrá ayudar a conocer cuáles son los alimentos ricos en hidratos de carbono y a calcular la cantidad que puedes tomar en cada comida.

Durante el ejercicio físico y tras las horas siguientes a él, las células de los músculos consumen glucosa, lo que ayuda a disminuir la glucemia. Por este motivo, las personas con diabetes pueden prevenir las hiperglucemias practicando ejercicio todos los días. Además, la actividad física contribuye a mejorar la presión arterial y la circulación de la sangre, a controlar el peso, prevenir eventos cardiovasculares, aumentar la calidad de vida y reducir la mortalidad.
De forma general, se recomienda realizar:
Ejercicio físico aeróbico
De intensidad moderada como caminar rápido, correr, andar en bicicleta, elíptica, nadar, bailar, remar… El tiempo mínimo recomendado es 150 minutos todas las semanas, en sesiones de 20 a 60 minutos, que se pueden distribuir entre 3 y 5 días.
Entrenamiento muscular
Durante 2 días no consecutivos todas las semanas. Las sesiones deberían ser de 20-30 minutos e incluir 8 tipos de ejercicios con los que trabajar los brazos, hombros, tórax, abdomen, espalda, caderas y piernas.
Ejercicios de flexibilidad
Con una duración mínima de 10 minutos, al menos 2 días en la semana. Es recomendable hacerlos de forma lenta y progresiva, repitiendo cada ejercicio entre 2 y 4 veces. Ejemplos: estiramientos estáticos y dinámicos, yoga, pilates, taichí…
Prevenir las hipoglucemias
Dado que la actividad física reduce el nivel de glucosa en sangre, hay que prevenir las hipoglucemias. Éstas suelen darse más en las personas que han realizado un entrenamiento largo e intenso, cuando han omitido la comida previa al ejercicio o en quienes tienen tratamiento con insulina o con fármacos secretagogos, que estimulan la liberación de insulina (sulfonilureas y repaglinida).
Hay que tener en cuenta que el cuerpo consume glucosa durante el ejercicio aeróbico y, como mucho, hasta dos horas después. En el caso de entrenar la musculatura, el riesgo de tener una hipoglucemia puede darse hasta 24 horas después. Por todo esto, se aconseja planificar el ejercicio y, depende del caso, medir los niveles de glucosa en sangre antes, durante y justo después.

El único consumo seguro es cero gramos. Además de favorecer el aumento de peso, el alcohol puede producir bajadas de azúcar tardías, tras 3-4 horas de haber bebido. Se trata de hipoglucemias que no se corrigen con glucagón. Por tanto, para aumentar la glucemia de una persona que está inconsciente, será necesario administrar glucosa a través de la vena en el hospital.

El consumo de tabaco, por sí solo, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, pero si se le añade una enfermedad crónica como la diabetes, la probabilidad es aún mayor. Además, fumar contribuye a que aparezcan complicaciones diabéticas como problemas en los pies, ojos y riñones.
Las hiperglucemias pueden hacer que sea más difícil mantener la boca sana, ya que debilitan los glóbulos blancos, los principales protectores del cuerpo frente a las infecciones en la boca.
Si los niveles de glucosa están altos en la sangre, también lo están en la saliva. En la placa dental, una sustancia pegajosa que si no se quita con el cepillado se endurece y se convierte en sarro, existen bacterias que se alimentan del azúcar. Algunas de ellas pueden causar enfermedad de las encías y caries dentales, y si éstas no se tratan, pueden causar la caída de los dientes.
Además, las infecciones bucodentales pueden favorecer que aumente el nivel de glucosa en sangre, lo que afectaría al buen control de la enfermedad.

Cuidar la salud mental es tan importante como saber manejar la diabetes. Recibir la noticia de que tienes diabetes puede hacer que sientas angustia, amenaza e incertidumbre. Ante estas sensaciones, las personas se protegen mediante un proceso de adaptación que suele tener diferentes fases:
- Negación: “Se han equivocado, yo no tengo diabetes”.
- Ira: “¿Por qué me ha tocado a mí?”.
- Negociación: “Tengo diabetes, pero no voy a ponerme insulina”.
- Depresión: “Tendré complicaciones”, “no seré como antes”.
- Adaptación: “Perderé los kilos que me sobran, así me encontraré más ágil y además bajará el colesterol”.
Algunas acciones que te pueden ayudar a fortalecer tu bienestar emocional son:
- Adquirir conocimientos sobre cómo manejar el plan terapéutico de la diabetes y conocer las reacciones más habituales.
- Construir una red de apoyo. La comunicación es un apoyo fundamental, por eso se recomienda contactar con otras personas con diabetes y compartir las emociones y preocupaciones con amistades, familiares o profesionales de la salud.
- Practicar actividades de ocio que te agraden y relajen, y dedicarte un tiempo exclusivo para ti.
- Aprender a decir “no”. Muchas situaciones sociales como reuniones, celebraciones, fiestas, etc. pueden poner en riesgo el buen control que tienes de la diabetes. Es recomendable buscar nuevas formas de relacionarse y divertirse en esos ambientes.
- Marcar objetivos realistas, sin establecer un control obsesivo sobre las pautas del tratamiento.
- Celebrar los logros y esfuerzos, incluso los pequeños, puede aumentar la motivación, la autoestima y el bienestar emocional.
- Creer en tu capacidad de controlar la situación.
- Establecer una rutina saludable con horarios para comer, dormir, hacer ejercicio y tomar los medicamentos puede ayudar a mantener la estabilidad emocional. La rutina reduce la ansiedad y el estrés que genera la incertidumbre.
- Mantener un nivel bajo de estrés mediante técnicas como la relajación muscular, la respiración profunda, entre otras, o aprendiendo a tomar decisiones y resolver problemas.

Cuidado de los pies
Las personas con diabetes deben realizar un cuidado especial de los pies, ya que tienen el riesgo de desarrollar un tipo de complicación llamada pie diabético. Se trata de heridas y úlceras que aparecen en los pies debido a los altos niveles de glucosa en sangre mantenidos en el tiempo. A esto se le añaden dos factores que aumentan el riesgo de que se produzca:
- Alteración en la circulación sanguínea (enfermedad vascular periférica). Las heridas son más difíciles de curar y tardan más en hacerlo, porque los pies reciben menos sangre y, por tanto, menos oxígeno, nutrientes y células necesarias para la cicatrización.
- Falta de sensibilidad (neuropatía). Los altos niveles de glucosa en sangre dañan los nervios. Como la persona tiene menos sensibilidad al dolor, al frío, al calor y a la presión, no se dará cuenta de si se hace daño en los pies, por ejemplo, con una estufa caliente o con una piedra metida en el zapato.
La falta de circulación sanguínea y de sensibilidad aumentan el riesgo de que las heridas se infecten, si no se curan o no evolucionan de forma adecuada, los tejidos podrían morir (necrosis) y ser necesario amputar la zona afectada.
El equipo sanitario de Atención Primaria programa citas de seguimiento para conocer el estado de los pies de la persona con diabetes. La frecuencia de las visitas dependerá del riesgo que tenga de desarrollar lesiones.
¡Recuerda! Tus pies necesitan ser cuidados con regularidad. Las heridas, aunque no tengas dolor, pueden ser muy graves. Ante cualquier lesión en los pies, contacta con tu profesional de la salud de referencia
¿Cómo prevenir el pie diabético?
- Inspecciona los pies todos los días. Comprueba que no haya zonas rojas, callos, ampollas, grietas o heridas. Revisa, sobre todo, la planta, las uñas y entre dedos. Puedes usar un espejo para examinar las zonas menos visibles, como la planta, o pedir ayudar a personas cercanas.
- Lava los pies todos los días. Usa jabón neutro y agua tibia, entre 36ºC y 37ºC. No los dejes en remojo durante más de 5 minutos y sécalos bien, incluso entre los dedos, con una toalla suave, sin frotar. Puedes usar crema hidratante, excepto entre los dedos, para mantener la piel suave y evitar grietas.
- Cuida las uñas. Mantén cortas las uñas con una lima de cartón, lo mejor es no tener que cortarlas. Límalas en línea recta cada poco tiempo. Si tuvieras que recortarlas, usa tijeras de punta redondeada y déjalas rectas, con un milímetro de largura. Si tienes las uñas gruesas, te resulta difícil cuidarlas o no ves bien, acude a un servicio de podología.
- Elige los calcetines apropiados. Se recomienda usar calcetines o medias de algodón o de lana, que no aprieten y no tengan costuras o dobladillos. Intenta cambiarlos todos los días.
- Elige un calzado apropiado. El zapato debería tener, suela antideslizante y ser cerrado, con puntera amplia y redondeada para evitar roces. Es mejor no andar con tacones, pero, en caso de usarlos, se recomienda que tengan una base ancha y que no midan más de 5 centímetros. Es preferible usar materiales naturales como el cuero, que sea ligero y flexible. Si vas a usar calzado nuevo, es mejor si lo usas de forma gradual.
- Antes de ponerte el calzado, revisa que no tenga objetos o costuras que puedan dañar la piel.
- No hay que andar sin calzado.
- Evita aplicar calor o frío directamente sobre los pies (estufa, manta eléctrica, bolsas de agua caliente…).
- Si aparecen callos, no uses callicidas ni cuchillas para quitarlos. Acude a un servicio de podología.
- En caso de tener una herida, corte, uña enclavada, etc., consulta con tu profesional de la salud de referencia.
- Para mejorar la circulación sanguínea en los pies:
- Pon los pies en alto cuando te sientes, a la altura de tus caderas.
- Mueve los dedos de los pies, flexiónalos y extiéndelos unos minutos cada día.
- Mueve los pies arriba y abajo y hazlos girar.
- No lleves calcetines o medias que aprieten.
¿Cuándo consultar?
Consulta con tu equipo de salud si detectas:

- Un corte, ampolla o hematoma que no se cura en pocos días.
- Enrojecimiento, hinchazón, sensación de calor o de dolor en la piel de los pies. Podrían ser signos de una infección.
- Si ves un callo con sangre seca por dentro. Puede ser el primer signo de una lesión por debajo de la piel.
- Si tienes una úlcera que no se cura o que se hace más grande, se pone negra o huele mal.
Medir la glucosa en sangre
Conocer los niveles de glucosa en sangre (glucemia) es primordial para aquellas personas con diabetes que tienen tratamiento con insulina o con medicación que puede causar hipoglucemia. De esta forma, pueden tomar decisiones sobre la dosis de insulina que necesitan, su alimentación y el ejercicio físico que se planteen hacer.
Las formas más habituales de medir la glucemia son:
Glucemia capilar

Es la forma tradicional de medir la glucemia. El resultado se obtiene en el momento con la ayuda de un glucómetro, y tomando una gota de sangre de los dedos.
Este autoanálisis lo realizan, sobre todo, quienes tienen insulina o sulfonilureas como tratamiento de la diabetes. El número de veces y los momentos para determinar la glucemia dependen de las necesidades y estilo de vida de cada persona.
Material necesario





Cómo hacer el control de glucemia capilar
Para conocer los niveles de glucosa en sangre mediante un glucómetro hay que seguir los siguientes pasos:
- Lava con agua y jabón las manos y sécalas. Si tuvieran restos de comida, como naranja o azúcar, estuvieran mojadas o con desinfectante sin secar, los resultados del glucómetro podrían no ser reales.
- Prepara el dispositivo de punción. Introduce una lanceta en el interior del “pinchador” y retira el protector para dejar la aguja al descubierto. Algunos dispositivos permiten cambiar la profundidad del pinchazo. Este paso no es necesario si se usan lancetas sin el dispositivo.
- Prepara el glucómetro. Coloca la tira reactiva en la máquina medidora. Ésta se encenderá sola. Si las tiras vienen en bote, no olvides taparlo para evitar que se estropeen.
- Saca una gota de sangre. Primero hay que elegir un dedo y masajearlo. Después se carga el pinchador, se coloca en el lateral de la yema y se aprieta. En cada pinchazo hay que usar un dedo diferente.
- Coloca la gota sobre la tira reactiva. Si lo necesitas, aprieta el dedo suavemente para sacar la gota de sangre. Ponla sobre la tira reactiva. Cuando la máquina la detecte, aparecerá la cifra de glucemia capilar.
- Anota la cifra de glucemia. Se recomienda registrar en un cuaderno la cifra de glucosa que aparece en la pantalla del glucómetro, además de anotar la dosis de insulina que se decide administrar.

Es importante lavar y secar las manos antes de medir la glucemia para evitar errores en los resultados
Monitorización continua de la glucosa

Los niveles de glucosa se pueden medir mediante un sistema que recoge las cifras de forma continua gracias a un parche que se coloca sobre la piel. Sus características son:
- Registra la glucemia cada 1-5 minutos durante las 24 horas del día.
- El sensor capta la glucosa intersticial, es decir, aquélla que se encuentra en el líquido que hay entre las células.
- Cuando la glucosa está fuera del rango que el sensor puede medir, aparecerán las letras LO (glucosa menor de 40mg/dl) y HI (glucosa mayor de 500mg/dl). En estos casos hay que confirmar la cifra mediante un glucómetro.
- Como no mide la glucosa en sangre, el valor que da el sensor tiene un desfase de 10 minutos respecto a la glucemia capilar.
- Informa de hacia dónde puede cambiar el nivel de glucosa y con qué velocidad. Esto permite tomar decisiones.
- El sensor se coloca en el brazo gracias a un aplicador automático. De esta forma, se reduce la necesidad de realizar glucemias capilares en los dedos.
- Hay que retirar y colocar un sensor nuevo tras 7, 10 o 14 días de uso.
- Los valores de glucosa se transmiten a un receptor, que suele estar en un aparato o en una aplicación que se instala en el teléfono móvil.
- El dispositivo tiene alarmas para avisar de valores altos y bajos de glucosa.
- Según el modelo, puede ser necesario calibrar el sensor.
- La información se puede compartir mediante la web o app, por ejemplo, con las personas cuidadoras o el equipo sanitario.
Analítica de sangre
El seguimiento de la diabetes que realiza el equipo sanitario incluye una analítica de sangre de forma periódica, con la se pueden conocer el nivel de glucosa y la hemoglobina glicosilada.
Nivel de glucosa
Con esta prueba se conoce el nivel de glucosa que hay en sangre en el momento de la extracción. Debe realizarse en ayunas, es decir, sin comer ni beber nada, excepto agua, al menos durante las 8 horas antes de la analítica.
Hemoglobina glicosilada
El valor de la hemoglobina glicosilada A1c indica el promedio de glucosa que hay en la sangre durante los dos o tres meses anteriores a la prueba. Conocer este valor sirve para evaluar si el tratamiento y los cambios en los hábitos de vida están siendo efectivos para controlar los niveles de glucosa y, como consecuencia, prevenir complicaciones de la diabetes que pueden surgir a largo plazo.
En general, se dice que una persona con diabetes tiene un buen control de las glucemias si la hemoglobina glicosilada está por debajo del 7%. Sin embargo, esta cifra se suele personalizar y ajustar en función de la edad, de los años transcurridos con diabetes, del riesgo de hipoglucemias y de la presencia de otras enfermedades, entre otros factores. Por ejemplo, se suele indicar un objetivo más estricto (cifras menores del 6,5%) en personas jóvenes sin complicaciones o con diagnóstico reciente de diabetes. Por el contrario, las personas ancianas y frágiles, las que toman más de cinco medicamentos al día de forma crónica, quienes tienen varias enfermedades, etc., pueden tener un objetivo entre 7,5% y 8%.
Riesgo de sufrir complicaciones según los valores de hemoglobina glicosilada (HbA1c)
Glucemia media 130-155 mg/dl
Riesgo de sufrir complicaciones: BAJO
Glucemia media 155-180 mg/dl
Riesgo de sufrir complicaciones: MODERADO
Glucemia media 180-210 mg/dl
Riesgo de sufrir complicaciones: ALTO
Glucemia media 210-270 mg/dl
Riesgo de sufrir complicaciones: MUY ALTO
Glucemia media 270-300 mg/dl
Riesgo CRÍTICO de sufrir complicaciones graves
*El porcentaje de hemoglobina glicosilada indica el nivel medio de glucosa en sangre que se ha tenido en los dos o tres meses anteriores a realizar la prueba.
Tratamiento farmacológico
La medicación que se suele utilizar para mantener un nivel de glucosa en sangre adecuado puede variar en función de la cantidad de insulina que genere el páncreas:

- Si produce poca insulina, se tomarán antidiabéticos orales para estimular su producción. Esto ocurre, generalmente, en la diabetes tipo 2.
- Si no produce, habrá que inyectar insulina.
Ya sea un fármaco u otro, tomar la medicación de acuerdo a la dosis pautada, en los momentos del día indicados y durante el tiempo prescrito es imprescindible para mejorar el control de las glucemias. En caso de dudas, puedes consultar con tu profesional de la salud de referencia.
Tratamiento con insulina
La insulina como producto farmacológico cumple la misma función que la liberada por el páncreas de forma natural, es decir, permite que la glucosa transformada de los alimentos pase de la sangre al interior de las células. De esta forma, las diferentes células del organismo (músculos, nervios…) obtienen el combustible que necesitan para funcionar.
Tipos de la insulina
Las insulinas pueden ser de acción lenta, rápida o mezcla de ambas, dependiendo de cuánto tiempo permanecen en la sangre y cuándo hacen su máximo efecto.
INSULINA LENTA
Mantiene el nivel de glucosa estable entre comidas y durante la noche
- El cuerpo la absorbe de forma lenta y estable, y dura la mayor parte del día.
- Suele ponerse una vez al día y siempre a la misma hora, independientemente de la hora de comer.
- Para conocer la dosis correcta, hay que determinar la glucemia en ayunas.
INSULINAS RÁPIDA Y ULTRARRÁPIDA
Mantienen el nivel óptimo de glucosa
tras las comidas
- El organismo la absorbe rápido y su efecto dura entre una hora (insulina ultrarrápida) y tres horas (insulina rápida).
- Se administra antes de cada comida, dependiendo de si es ultrarrápida (5-10 minutos) o rápida (15-20 minutos).
- Para calcular la dosis correcta, hay que conocer la glucemia en ayunas y saber la cantidad de hidratos de carbono que se van a tomar.
- Escoger la zona: Se puede administrar insulina en el abdomen, en la cara posterior de los brazos (entre el hombro y el codo), en las nalgas y en la parte lateral de las piernas.
- Explorar la zona: Evitar inyectar insulina en las zonas con durezas, bultos, hundidas, cicatrices, lunares, tatuajes, heridas, quemaduras o inflamación.
- Rotar las zonas: A la hora de pinchar, se aconseja elegir zonas amplias tanto en el abdomen, como los brazos, piernas o nalgas. Se recomienda establecer una rutina, por ejemplo, usar el lado izquierdo del cuerpo durante una semana y el derecho la siguiente. Además, para pinchar sobre un punto distinto todos los días habría que rotar dentro de la zona, por ejemplo, en sentido horario.
- Un dedo de distancia: Inyectar la insulina con una distancia de 1-2 centímetros (un dedo) entre pinchazos.

Para que la insulina haga el efecto esperado es muy importante que se prepare de forma adecuada. Para su uso mediante dispositivo, comúnmente llamado pluma o bolígrafo, hay que seguir los siguientes pasos:

- Lavarse las manos y secarlas.
- En el caso de las insulinas turbias, llamadas así porque no son transparentes, hay que agitarlas e invertirlas 20 veces para que el polvo en suspensión se mezcle y quede uniforme.
- Colocar una aguja nueva en el bolígrafo cada vez que haya que administrar una dosis. Las agujas son de un solo uso y existen de diferentes longitudes. La de 4 mm es la más corta, menos dolorosa y la que evita que la insulina se inyecte en el músculo. Si tienes dudas sobre el tamaño de la aguja, consúltalo con tu profesional de la salud de referencia.
- Enroscar la aguja y quitar los protectores de la aguja.
- Comprobar que aparece una gota de insulina en la punta. En caso de no ser así, marcar 2 unidades de insulina en la pluma y expulsarlas para purgar la aguja.


La insulina se pincha en la grasa que se encuentra entre la piel y el músculo (tejido subcutáneo).
Para realizar una técnica correcta hay que:
- Marcar la dosis en la pluma.
- Coger un pellizco, sujetando la grasa con los dedos pulgar e índice. No se debe coger demasiado grande, ya que se corre el riesgo de inyectar la insulina en el músculo.
- Insertar la aguja con el ángulo de 90º cuando se usa aguja de 4 mm. En caso de usar aguja de más de 4 mm, pinchar en ángulo de 45º.
- Apretar el émbolo poco a poco hasta inyectar toda la insulina.
- Contar hasta 10 antes de soltar el pellizco y sacar la aguja.
- Si sangra, apretar con una gasa. No hay que masajear, ni frotar la zona.
- Quitar la aguja de la pluma y depositarla en un contenedor adecuado, que se facilitará en los centros sanitarios.

- Los bolígrafos de insulina sin abrir deben guardarse en el frigorífico, entre 4º - 8ºC, nunca en el congelador.
- Una vez abierto el bolígrafo, deberá estar fuera de la nevera, por debajo de los 30 grados, y podrá usarse durante máximo cuatro semanas. Otros tipos de insulina pueden usarse hasta seis u ocho semanas.
- Hay que evitar que estén cerca de una fuente de calor.
- Los bolígrafos deben tener puesto el capuchón para proteger la insulina de la luz.
Recuerda
1
Cambiar todos los días la zona de inyección de la insulina
Si se inyecta la insulina en el mismo sitio de forma repetitiva pueden aparecer bultos y durezas permanentes (lipodistrofias). No causan dolor, pero pueden provocar que la insulina administrada en ese lugar tenga un menor efecto. Esto puede favorecer las hipoglucemias, las hiperglucemias y que los controles de glucosa en sangre sean variables.

2
Todas las agujas son de un solo uso
Cada vez que una aguja se utiliza, aunque sólo sea una vez, el bisel se despunta. Esto hace que los pinchazos sean más dolorosos y promueve la aparición de lipodistrofias, que alterarán la absorción de la insulina por el cuerpo.

Situaciones concretas
Claves para viajar
De forma general, se recomienda:
- Planificar la medicación y llevar el doble de fármacos y, en caso de usar insulina, el doble de material de inyección y/o de autoanálisis.
- Tener un informe médico que especifique el tratamiento habitual y otras consideraciones que puedan ser de importancia.
- Llevar la tarjeta individual sanitaria y algún tipo de documento que indique que es una persona con diabetes.
- Llevar consigo azúcar en forma de azucarillos, zumo, tabletas de glucosa... Si el viaje dura mucho tiempo, se recomienda tener a mano hidratos de carbono de absorción lenta como pan, galletas, etc.
- Informarse con antelación de los servicios sanitarios en el lugar de destino.
- Si hay diferencia horaria, consultar con el equipo de salud los ajustes a realizar en el tratamiento.
Además, si viajas en avión:
- El material y medicación no se debe facturar por el riesgo de que se pierda el equipaje. Además, las insulinas podrían congelarse en la bodega y perder su efecto.
- En el momento de pasar el control, informa al servicio de seguridad del aeropuerto de que llevas medicación y material para el cuidado de la diabetes en el equipaje de mano.
- Si llevas el sistema de infusión de insulina, conviene que lo notifiques para evitar tener que desconectarla para su inspección. Evita utilizar la palabra “bomba” para referirte a la bomba de insulina.
- Se recomienda que el material y la medicación estén en el envase original.

Conduciendo
Una persona con diabetes puede conducir. Desde septiembre de 2010, el periodo de vigencia de los permisos de conducir para quienes necesitan tratamiento con insulina o fármacos hipoglucemiantes es de hasta cinco años para los permisos del grupo 1. Para los permisos del grupo 2, la vigencia máxima es de tres años.
Cuando se precise el tratamiento hipoglucemiante o antidiabético, se deberá aportar informe médico favorable y, a criterio del personal sanitario, podrá reducirse la vigencia.

En el trabajo
Mientras no existan complicaciones crónicas importantes, la persona podrá seguir trabajando, ya que la diabetes no es una enfermedad invalidante.

Cuándo consultar
Aprender a reconocer los síntomas ayuda a saber cómo actuar en cada circunstancia:
SI TIENES
- Hipoglucemia que no mejora con las medidas indicadas.
- Dolor intenso en el pecho.
- Palpitaciones o taquicardias que te provocan mareos o sudoración.
- Sientes confusión.
- Pierdes el conocimiento.
- Pierdes fuerza en alguna extremidad, se te tuerce la boca o tienes dificultades para hablar.
- Visión borrosa.
CONTACTA CON EMERGENCIAS
Llama:
- Araba: 945 24 44 44
- Bizkaia: 94 410 00 00
- Gipuzkoa: 943 46 11 11
- ó al 112 desde otras comunidades autónomas
SI SIENTES
- Fiebre.
- Debilidad.
- Cansancio.
- Mareo.
- Problemas o heridas en los pies.
- Molestias urinarias.
- Infecciones respiratorias.
- Si te haces autocontroles y no son normales.
- Dolor en las piernas al realizar ejercicio.
SOLICITA UNA VALORACIÓN
Es posible que necesites ajustar el tratamiento, contacta con:
- Horario habitual: tu profesional de referencia del centro de salud.
- Fuera del horario: Consejo Sanitario (tel. 900 20 30 50) o acude a tu PAC (Punto de Atención Continuada)
SI TUS SÍNTOMAS ESTÁN CONTROLADOS
- Sigue tomando la medicación según está prescrita.
- Continúa con la medicación y el ejercicio indicados.
- Acude a las consultas de seguimiento
- Participa en actividades o grupos de apoyo de tu comunidad.
- Resuelve tus dudas contactando con su centro de salud o con el Consejo Sanitario
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