Depresión
- żQué es la depresión?
- Síntomas
- Depresión Mayor
- Test de autoevaluación
- Depresión en las distintas etapas de la vida
- Prevención y tratamiento
- żQué puedo hacer para mejorar?
- Cómo cuidar y acompańar
- Cuándo pedir ayuda
- También te puede interesar
¿Qué es?
La depresión es una enfermedad mental que nos impide funcionar con las capacidades y energía habitual, afectando a veces de manera importante la vida familiar, laboral o social. Se caracteriza por un estado de ánimo bajo con tristeza constante, pérdida de interés e incapacidad para disfrutar de las actividades. Suele ir acompañada de alteraciones en el comportamiento y el pensamiento. Es distinto a los cambios del estado de ánimo que se produce con los problemas de la vida cotidiana y que se recupera espontáneamente.
Una de cada 10 personas en nuestro país sufrirá al menos un episodio de depresión a lo largo de su vida. El 40% de ellas no consultan con su profesional de la salud, bien por desconocimiento ("no entiendo muy bien qué me está pasando") o por miedo ("no puedo reconocer que tengo una enfermedad mental" o "qué dirán").
La duración es variable, desde semanas a años. En general, la mayoría de las personas se sienten mejor una vez transcurridos 4-6 meses, aunque algunas presentan síntomas más duraderos. Si dura 2 o más años se denomina depresión crónica.
Causas
La depresión tiene su origen en el sistema nervioso, se da una combinación compleja de factores psicológicos, biológicos y sociales que todavía no se comprende bien. Puede llegar a ser muy grave y se asocia a un porcentaje elevado de los casos de suicidio. No siempre aparece en personas que tienen problemas, dificultades o preocupaciones concretas, puede ocurrir también sin ningún "desencadenante" o factor estresante aparente. Afecta con independencia de la edad, sexo o condición social, aunque el riesgo es algo mayor en algunos grupos de población.
Los factores de riesgo que favorecen la aparición son:
- Ser mujer
- Acontecimiento estresante reciente (por ej. pérdidas de seres queridos, problemas económicos, laborales, etc.)
- Enfermedades físicas graves, crónicas, con dolor o discapacidad
- Factores psicológicos: baja autoestima, rasgos de personalidad vulnerable, traumas en la infancia…
- Escasa red de apoyo social
- Estar en situación de soledad o aislamiento
- Antecedentes familiares o personales de depresión u otro problema de salud mental
Autoestima
La baja autoestima es uno de los factores vinculados al riesgo de presentar depresión y ansiedad. Es el resultado de la valoración que cada persona hace de sí misma, del equilibrio entre lo que hace y cómo se siente por ello. Se inicia en los primeros años de vida.
Una persona con buena autoestima es aquella que tiene confianza en sí misma, en la vida, se siente merecedora de bienestar y mantiene una actitud afirmativa hacia el derecho de vivir y ser feliz. Responde de forma abierta y se esfuerza ante las dificultades. Por el contrario, una baja autoestima hace que se sienta inadecuada, con sentimientos de impotencia e incapaz de disfrutar de los buenos momentos y logros. Esta persona está más preocupada y enfocada en sus errores que en sus aciertos y trata de pasar inadvertida.
El tipo de autoestima hará que afrontes la vida con más o menos energía y determinación. Se puede trabajar para mejorarla y sentirte con más capacidad, fuerza y confianza.
Cómo trabajar la autoestima
1. Ser consciente de la realidad, no siempre ocurre lo deseado. Considerar el resultado, aunque es más importante el proceso en el que se ha participado.
2. Aceptar cómo somos. Asumir nuestros aciertos y desaciertos con los que aprender y mejorar. Reconocer las fortalezas y debilidades. Ser tolerante y separar lo que somos de lo que hacemos.
3. Entender que nuestra "imperfección" forma parte de nuestra "perfección" como persona. Asumir la parte de responsabilidad del error, aprender lo necesario y conseguir vivir en paz.
4. Satisfacer los deseos propios, respetando los ajenos. Expresar nuestras opiniones con respeto y en el momento adecuado.
5. Proponerse metas y objetivos que ayuden a continuar con motivación.
6. Mantener la integridad y coherencia interna es la manera de autorrespetarse.
Pensamiento distorsionado o irracional
Si durante el crecimiento se reciben pocos reconocimientos y muchas descalificaciones, la persona se acostumbra a pensar que no es merecedora de nada y se coloca automáticamente en posición de desventaja. Ese pensamiento se llama distorsionado o irracional y es una interpretación errónea de la realidad que limita las aspiraciones y relaciones. Las distorsiones más frecuentes son las siguientes:
- Pensamiento todo o nada: "No he ganado la carrera, no vuelvo a correr"
- Abstracción selectiva: "Me he manchado comiendo el helado y ya no lo he disfrutado"
- Anticipaciones catastróficas: "¿Y si se cae el avión y me muero? Mejor no voy"
- Falacias de control: "Creo que hasta que no tenga un hijo no seré completamente feliz"
- Personalización: “Han dicho que hay trabajos muy malos, seguro que lo decían por el mío” o “Jon y Leire se están riendo, seguro que de mí”
- Generalización excesiva o sobregeneralización: "Esas personas solo quieren ayudas y no trabajar" o “la comida me ha salido mal, nunca seré capaz de hacer algo bien”
- Magnificación: “el examen me ha salido fatal, no podré pasar de curso, no lo soporto”
- Culpabilidad: "Es culpa mía, mejor me hubiera quedado en casa"
- Debería: "Debería mantener la distancia", "habría que tomar decisiones", "tendría que…"
- Adivinación o conclusión precipitada: Profetizar lo que va a ocurrir. "Para no aprobar, no me presento" o “no voy a encontrar un trabajo porque soy un desastre”
- Lectura de pensamiento: "Seguro que se alegra de que haya suspendido"
La manera de pensar espontáneamente condiciona la forma de sentir. Si el pensamiento es positivo también lo será la emoción y la actitud se orientará a crear. Si el pensamiento es negativo ocurre lo contrario. Los pensamientos distorsionados originan una visión negativa de uno o una mismo/a, del entorno que nos rodea y del futuro por lo que pueden conllevar desánimo, bajo rendimiento social y síntomas de depresión. No es una situación definitiva, dado que una vez detectada se puede trabajar.
Tipos de Depresión
En función de la intensidad de los síntomas puede ser leve, moderada o grave. En la depresión leve, el número de síntomas presentes es menor y también lo es la alteración en el funcionamiento cotidiano.
DEPRESIÓN REACTIVA
- Mala adaptación a circunstancias ambientales o vitales estresantes sucedidas los 3 meses anteriores
DEPRESIÓN MAYOR
- Sentimientos de tristeza, pérdida de ilusión, cansancio, ira o frustración intensas que incapacita para las actividades de la vida diaria
- Por más de 2 semanas
TRASTORNO DEPRESIVO PERSISTENTE – DISTIMIA
- Inestabilidad del humor y gran ansiedad durante más de 2 años
- Sentimientos de incapacidad y somatizaciones
TRASTORNO DISFÓRICO PREMENSTRUAL – TDPM
- Síntomas depresivos que aparecen una semana antes de la menstruación y desaparecen cuando cesa
TRASTORNO AFECTIVO ESTACIONAL – TEA
- Relacionado con las estaciones de otoño e invierno, desaparece en primavera y verano
- Probablemente relacionado con los cambios de luz solar
- Existe más fatiga, somnolencia, apetencia por los hidratos de carbono
DEPRESIÓN ENMASCARADA
- Muchas molestias físicas (somatizaciones) o cambios de conducta
TRANSTORNO ASIOSO-DEPRESIVO
- Mezcla de ansiedad y depresión, generalmente moderada
DEPRESIÓN POSTPARTO
- Síntomas de depresión mayor
- Puede aparecer tras el parto, durante el primer mes hasta un año después
DEPRESIÓN PSICÓTICA
- Se suma una falta de contacto con la realidad, alucinaciones, delirios (psicosis)
Síntomas
La depresión se diagnostica a través de la entrevista clínica (preguntas sobre el estado de ánimo, preocupaciones, nivel de energía, apetito, desde cuándo, etc.). No es necesario realizar ninguna prueba complementaria como radiografía o scanner, aunque en ocasiones se solicite para comprobar si existe alguna otra enfermedad.
La valoración, que realiza un o una profesional de la salud, tiene en cuenta la presencia de algunos de los siguientes síntomas durante un mínimo de 2 semanas, la mayor parte del tiempo y de manera que afecten a las capacidades y energía habitual de la persona:
- Tristeza intensa, ganas de llorar
- Pérdida de interés y de disfrute por las actividades habituales, incluso las gratificantes
- Falta de energía, cansancio exagerado, desgana
- Estado de ánimo bajo, ansiedad, inquietud, irritabilidad importante, frustración
- Alteraciones del sueño como el insomnio o sueño en exceso
- Falta de apetito, atracones, desorden en las comidas, con aumento o disminución de peso
- Sentimiento de inutilidad o de fracaso, culpa, fijación por vivencias del pasado, vacío, desesperanza, autorreproches o abandono, tendencia al aislamiento social
- Dificultad para concentrarse, recordar, tomar decisiones, lentitud para pensar o hablar
- Pensamientos repetitivos sobre la muerte o suicidio, pudiendo llegar a intentarlo o producirse el suicidio
- Presencia de dolencias físicas o somatizaciones como dolor de espalda, cabeza, molestias gástricas, mareos, dificultad para respirar, palpitaciones, picores generalizados, alopecia (pérdida de pelo), disminución del deseo sexual...
Depresión Mayor
La depresión mayor es la más frecuente. No siempre se presenta de la misma forma. Los síntomas y dificultades deben estar presentes la mayor parte del tiempo al menos durante 2 semanas. Para poder decir que una persona tiene una depresión mayor es necesaria la presencia de varios de estos síntomas:
Emociones: tristeza intensa, llanto, irritabilidad, incapacidad para disfrutar de las cosas (anhedonia), desesperanza, vacío, culpa, inutilidad.
Pensamientos: pesimismo, baja autoestima, problemas de concentración o memoria, dificultad para tomar decisiones, cansancio vital, desesperanza, ideas de muerte, pensamientos suicidas.
Comportamiento: aislamiento, inactividad, enlentecimiento, descuido de responsabilidades, abandono de los hábitos rutinarios de alimentación, actividad física, higiene...
Síntomas físicos: cambios en el apetito, con aumento o disminución del peso, problemas de sueño como insomnio o sueño en exceso, pérdida de energía, dolores inespecíficos, problemas digestivos.
Ocasionan una alteración en la manera de actuar cotidiana, sintiéndose incapaz de desarrollar sus actividades habituales (por ejemplo, con dificultades para rendir con normalidad en el trabajo, para relacionarse con los demás o para desarrollar las actividades de ocio o hobbies habituales...)
Test de autoevaluación
Este sencillo y anónimo cuestionario te ayudará a evaluar la intensidad de tus síntomas. Las 9 primeras preguntas corresponden a la escala PHQ9 de depresión y las 7 últimas a la escala GAD7 de ansiedad. Tras completar las 16 preguntas, recibirás una valoración y unas recomendaciones personalizadas para poder mejorar esos síntomas.
El resultado es solo orientativo, no es un diagnóstico, en ningún caso sustituye a una valoración hecha por una o un profesional de la salud.
Depresión en las distintas etapas de la vida
Infancia
La depresión en la infancia ha sido un tema controvertido y hasta hace unas décadas casi negado porque se consideraba que el niño o niña era una persona feliz siempre. Los síntomas pueden variar según la edad y momento evolutivo, lo que dificulta el diagnóstico. No es habitual que manifieste tristeza o lo haga de manera clara como las personas adultas. Únicamente aparece en niñas y niños más mayores, en casos menos graves o en quienes tienen recursos psíquicos más maduros.
Los síntomas más frecuentes dependientes de la edad son:
- Apatía e inhibición, sobre todo en los más pequeños.
- Signos de sufrimiento, con tristeza y sentimientos de desvalorización al final de la edad escolar (prepubertad, 8-12 años).
- La inhibición afecta a distintos niveles:
- corporal y motriz (lentitud)
- psíquico (apagamiento)
- actividades (juegos y dibujos ausentes o muy pobres)
Es recomendable explorar activamente algunas vivencias que suelen estar encubiertas bajo la inhibición o la excesiva seriedad como ideas de incapacidad y baja autoestima (autodevaluación), que afecta también a sus actividades escolares, juegos, dibujos (expresiones como "no sé", "no puedo hacerlo", "siempre lo hago mal").
- Preocupación por enfermedades propias o de las personas próximas, sobre todo familia.
- A veces aparece cansancio, alteración del sueño y del apetito, dificultades de concentración, quejas físicas repetidas (síntomas somáticos y funcionales).
- Es habitual encontrar irritabilidad, hiperactividad, agresividad u otros síntomas relacionados con el comportamiento con intención de defenderse ante el sufrimiento psíquico.
Una vez diagnosticada la depresión, las intervenciones más adecuadas son la psicoterapia junto al trabajo de apoyo y la colaboración de las familias. En caso de que no haya mejoría después de unas semanas (al menos unas 12) puede estar indicado el uso de antidepresivos, aunque será el o la profesional de referencia quien valore el tratamiento idóneo para la persona concreta.
Adolescencia
La adolescencia es una etapa definida por el cambio de la infancia a la edad adulta. Es crucial para el desarrollo. A veces resulta difícil diferenciar lo normal de lo que no lo es, sobre todo si la comunicación es escasa. Las zonas del cerebro que controlan las emociones y la conducta todavía no se han acabado de formar, lo que provoca frecuentes altibajos emocionales ante situaciones rutinarias como la presión de los estudios, los cambios en el cuerpo, los problemas en las relaciones o los conflictos familiares.
En cuanto a la depresión en personas adolescentes, el principal motivo de alarma es la tristeza mantenida durante semanas o meses, especialmente si empieza a interferir en la vida o en la integridad física. Aunque los síntomas son similares a los de las personas adultas, la irritabilidad y el mal comportamiento a menudo sustituyen a los sentimientos de tristeza, y algunos de los cambios en el comportamiento más característicos son los arrebatos de ira, problemas con los estudios, aislamiento social, autolesiones y consumo de drogas. La impulsividad característica de esta etapa puede aumentar el riesgo de que atente contra su vida, por lo que ante la presencia de síntomas es recomendable solicitar la valoración de un o una profesional de la salud.
El tratamiento necesita un tiempo para ver su efecto. Los fármacos pueden ser eficaces, aunque la psicoterapia es importante para asimilar nuevos aprendizajes con los que mejorar las habilidades personales. Tienen mucha dependencia de su entorno escolar, social y familiar, por lo que los problemas en estas áreas pueden causar, agravar y mantener la depresión si no se abordan adecuadamente con psicoterapia.
Embarazo, parto y postparto
En el periodo perinatal, la mujer se adapta a cambios fisiológicos, hormonales, psicológicos, cognitivos y sociales. Algunas veces, aun siendo una situación buscada y deseada, se acompaña de descontento e insatisfacción general, incluso de falta de conexión con su bebé. Estos sentimientos pueden resultar difíciles de aceptar, gestionar o compartir porque chocan con la visión romántica e idílica que la sociedad transmite sobre la maternidad. Sin embargo, el estrés cotidiano aumentado y mantenido que produce esta etapa vital, puede afectar la manera de pensar, sentir y comportarse de muchas personas apareciendo miedos irracionales, pensamientos negativos y/o sentimiento de culpa que dificultan hacer frente a las numerosas tareas propias de este periodo.
Estos problemas a veces derivan en una depresión perinatal, que incluye la depresión prenatal o detectada durante la gestación y la depresión postparto o detectada tras el nacimiento. En general, el puerperio conlleva mayor riesgo para la mujer en cuanto a enfermedad mental. No siempre que hay sufrimiento relacionado con complicaciones propias de esta etapa existe depresión perinatal, aunque se cree que está infradiagnosticada.
La depresión perinatal es una enfermedad mental que afecta a mujeres independientemente de su edad, raza, formación y situación económica. Puede surgir por una combinación de factores genéticos y ambientales. Entre los factores de riesgo estarían los relacionados con la presencia de otras enfermedades, psicológicos, psicosociales, sociales o del recién nacido o recién nacida.
Los síntomas van apareciendo de forma progresiva y permanente, durante al menos dos semanas e incluyen algunos como:
- Tristeza y ganas de llorar, pérdida de ilusión o de capacidad de disfrute (anhedonia), desgana o fatiga, cansancio intenso, menor energía, trastornos del sueño (insomnio o sueño exagerado, pero no descansa), apetito alterado con o ganancia de peso.
- Dificultad para tomar decisiones, concentrarse, recordar, lentitud para pensar o dificultad para hablar o comunicarse con tendencia al aislamiento en su domicilio.
- Síntomas de ansiedad y somatizaciones diversas (gástricas, dolores de espalda, cefaleas).
- Ideas de culpa, inutilidad o fracaso.
- Dificultades para crear un vínculo emocional con su bebé.
- Rumiaciones, pensamientos o dudas recurrentes sobre su capacidad de ser madre, cuestionándose cómo lo está haciendo, si es “buena o mala” madre.
- Sentimiento de incapacidad de cuidar bien de sí misma y/o su bebé con ansiedad por la salud.
- En casos graves, se siente agotada de vivir, sin esperanza, no le importa morir, surgen pensamientos de muerte o de hacerse daño o pensamientos de dañar al bebé sufriendo intensa angustia; tienen graves dificultades para desempeñar su trabajo habitual, así como para realizar actividades domésticas o sociales, debido a los síntomas depresivos.
Existe tratamiento eficaz que permite la recuperación, por lo que, si crees que tú misma o alguna mujer de tu entorno cercano puede tener una depresión perinatal, solicita o anímale a solicitar una cita con su profesional de la salud.
Personas adultas mayores
En general el porcentaje de personas con depresión aumenta con la edad, siendo más alta la prevalencia en personas mayores de 65 años. En esta etapa de la vida se dan algunos cambios y circunstancias comunes que pueden favorecer su aparición como serían la disminución del nivel económico, pérdida de la pareja o personas significativas, soledad, aparición de enfermedades, otras pérdidas como la autonomía, aislamiento, ingreso en residencia con posible sentimiento de abandono y cambio de estilo de vida.
Se considera que la depresión en este periodo vital está infradiagnosticada e infratratada. Existe un elevado porcentaje de suicidio, que requiere especial atención a la aparición de signos de alarma para poder prevenir y dar la atención necesaria (situaciones con gran sufrimiento como dolor físico importante, aislamiento social). Los síntomas de depresión habitualmente se presentan con quejas somáticas sobre diversos dolores que pueden estar motivadas por dificultades para expresar emociones, no percibiendo bien su bajo estado de ánimo. Además, la aparición de alteraciones cognitivas como fallos de memoria, atención y aprendizaje dificultan el diagnóstico.
El tratamiento es similar al de cualquier persona adulta, la clave está en detectar el inicio para intervenir de manera temprana. La Psicoterapia suele ser útil en depresiones leves, con poco tiempo de evolución y sin síntomas melancólicos significativos. Las terapias conductuales y cognitivas se consideran más efectivas que la terapia psicoanalítica y ayudan a reintegrar a la persona en su ambiente social y evitar recaídas. Cuando es más grave suele combinarse con antidepresivos. Teniendo en cuenta la alta probabilidad de estar tomando distintas medicaciones y la mayor sensibilidad a los efectos secundarios, se prefieren los fármacos con mejor tolerancia. En general se usan dosis más bajas por lo que el tiempo de respuesta es mayor (entre tres y seis semanas) y la duración se prolonga hasta el año.
Prevención y tratamiento
Prevención
Es posible prevenir la aparición de una depresión. Entre las medidas preventivas eficaces para quienes ya tienen algunos síntomas leves o muchos factores de riesgo se incluyen las terapias psicológicas específicas y el cuidado de los siguientes hábitos de vida:
- Actividad física: realizar ejercicio físico regular, adaptándolo a tus condiciones, preferencias y capacidades, mejor si es al aire libre y en la naturaleza ya que el sol es un potente antidepresivo.
- Mantenerse socialmente activo: cuidar de las relaciones interpersonales tanto conocidas como nuevas, acudir a eventos y practicar hobbies. Evitar la soledad.
- Aprender cosas nuevas: participar en actividades de aprendizaje formales (cursos...) o informales, leer y colaborar en acciones que ayuden a otras personas, al medio ambiente, animales...
- Descansar suficiente manteniendo unos buenos hábitos de higiene del sueño que recuperen cuerpo y mente.
- Reducir en lo posible el consumo de alcohol y otras sustancias adictivas por el efecto nocivo en el cerebro y la desinhibición que produce que podría llevarte a hacer cosas que, si no, no harías
- Seguir una alimentación variada y equilibrada con productos de temporada.
- Practicar actividades de manejo del estrés como el yoga, pilates, mindfulness, meditación o arteterapia, para obtener una sensación de bienestar.
- Expresar tus sentimientos y pensamientos. Sentir la cercanía con abrazos y caricias.
- Buscar lo positivo, ser agradecido/a y disfrutar de lo cotidiano.
- Aceptar, perdonar y vivir el "aquí y ahora".
- Buscar situaciones donde sonreír y reír que aumenten el ánimo y la sensación de bienestar además de ayudar a relativizar lo negativo.
¿Cuál es el tratamiento de la depresión?
Hay tratamientos eficaces para la depresión que ayudan a reducir el sufrimiento que genera y permiten recuperar las capacidades (de relación, trabajo, etc.).
Igual que ocurre con otras enfermedades cuando el tratamiento se inicia pronto las posibilidades de una mejor recuperación son mayores. Sin tratamiento es más fácil que la depresión empeore o se vuelva crónica.
Existen varios tipos de tratamientos que es recomendable que vayan acompañados de hábitos de vida que cuiden la salud mental. Son:
- el tratamiento psicológico (psicoterapia)
- la terapia con fármacos
- las técnicas de autoayuda
Psicoterapia
Se realiza por un o una profesional formado específicamente, generalmente psicólogo/a o psiquiatra. Se emplean técnicas concretas que habitualmente utilizan la palabra y la reflexión. Puede ser necesario realizar una serie de actividades o trabajo personal para poner en práctica las nuevas habilidades aprendidas. Suelen ser terapias de duración media o larga que requieren sesiones durante meses para lograr la remisión de los síntomas.
Hay diferentes tipos de terapia psicológica o psicoterapia:
- La Terapia Cognitivo Conductual es una de las que ha demostrado mayor eficacia en la depresión, pudiendo ser tan efectiva como el tratamiento con antidepresivos en ciertas depresiones leves. Se utiliza en la depresión moderada, grave o resistente. También ha demostrado eficacia en la prevención de recaídas. Se centra en entender la forma de pensar sobre sí mismo/a, otras personas y el entorno para poder modificar, esos pensamientos, las acciones que conllevan y los comportamientos, por otros más beneficiosos para la persona.
- Otras terapias de uso habitual son: la Terapia Interpersonal, las terapias de Orientación Psicodinámica o Psicoanalítica, la terapia familiar sistémica, la terapia centrada en soluciones, la meditación, Mindfulness o atención plena.
- En la depresión leve pueden considerarse tratamientos psicológicos breves específicos como la terapia de solución de problemas o la terapia cognitivo-conductual breve, de 6 a 8 sesiones durante 10-12 semanas.
Existen tratamientos eficaces que alivian el sufrimiento y permiten recuperar las capacidades
Antidepresivos
Los fármacos más eficaces se denominan Antidepresivos. Actúan sobre las sustancias químicas del cerebro produciendo una mejoría del estado de ánimo de las personas con depresión.
Existen varios tipos que en general son bien tolerados y que tienen unas características comunes:
- Suelen tardar alrededor de 4-6 semanas en empezar a hacer efecto y hay que mantenerlos un tiempo tras la mejoría para evitar posibles recaídas.
- De media se toman durante 6 meses en el primer episodio depresivo, aunque se ajustará según las características de la persona concreta.
- La mayoría no produce somnolencia.
- No producen adicción.
- Si aparece algún efecto secundario, consultar con un o una profesional de la salud para tratar. No suspender el tratamiento de manera autónoma.
- El cese del tratamiento se realiza de manera gradual, de la misma manera que recibiste indicaciones para iniciarlo y tomarlo, te explicarán cómo ir dejándolo. No se recomienda el abandono brusco.
Autoayuda
Las técnicas de autoayuda enseñan algunas habilidades y conocimientos que te permitirán manejar mejor tu problema de salud. Se utilizan especialmente en la depresión leve o como complemento a otros tratamientos en las depresiones más severas. Existen diferentes modalidades:
- Materiales escritos (biblioterapia).
- Programas informáticos con lecturas, ejercicios prácticos, videos, meditación y mindfulness.
Ayudan a conocer mejor la depresión y a poner en práctica algunas actividades para superarla.
¿Qué puedo hacer para mejorar?
Sigue unos hábitos de vida saludables como llevar una alimentación sana y equilibrada, evitar el consumo de alcohol, otras drogas y estimulantes como la cafeína, procurar un buen descanso o intentar reducir la exposición a las situaciones que generen mucha tensión o nerviosismo.
Intenta mantenerte física y mentalmente activo o activa. Puede ser útil marcarte pequeños objetivos para cada día y premiarte por cumplirlos. Empieza por retos alcanzable para ir avanzando hacia los más ambiciosos con constancia. Por ejemplo: salir a dar un paseo, mejor si es en compañía, quedar con una persona de confianza para tomar algo, ir a la biblioteca más cercana a hojear alguna revista, en casa intentar mantenerte distraído/a con actividades sencillas (cuidado de plantas, puzles, cocina…).
Puedes apoyarte en tus personas de confianza, para explicar cómo son tus emociones, preocupaciones y dificultades y sentir así la compañía y comprensión que necesitas durante tu recuperación.
El equipo profesional de salud que te atiende, te explicará qué te pasa y el tratamiento más indicado para ti. Es recomendable que sigas las indicaciones, que acudas a las visitas de control y expreses cómo te sientes y las dificultades que has tenido.
Recuperarse de una depresión no es una cuestión de tener "más fuerza de voluntad" o "intentar ser más fuerte". La fuerza de voluntad te ayudará a cumplir con tus objetivos, pero necesitarás seguir unas pautas y un tratamiento específico.
Cuida tus hábitos de vida y mantente física y mentalmente activo o activa
Cómo cuidar y acompañar
Entorno familiar
La depresión es una enfermedad que puede tener diferentes grados de severidad, pudiendo llegar a ser grave y poner en riesgo la vida de la persona. Disponer de información fiable sobre sus características puede orientarte sobre cómo ofrecer la ayuda adecuada.
Muchas veces las personas cercanas son las primeras en darse cuenta de que las cosas no van bien, resultando una pieza clave para la toma de conciencia de la situación. Aunque ir dando los pasos es responsabilidad de la persona con depresión, hay que tener en cuenta que puede tener afectada su capacidad para pedir o creer que necesita ayuda, siendo preciso en ocasiones que estas personas del entorno tomen un papel más activo. Solicitar ayuda es el primer paso de la recuperación.
Durante el acompañamiento
Las personas del entorno familiar pueden dar apoyo, fomentar, estimular, dar soporte y acompañar durante todo el proceso, actuando como aliadas del o de la profesional de la salud. Recuerda que no eres responsable de su evolución.
Ten en cuenta que:
- Superar una depresión lleva tiempo. Pueden aparecer altibajos o días malos cuando ya parecía que las cosas empezaban a mejorar.
- Su enfermedad influye en su comportamiento lo que hace que no tenga el mismo control de siempre sobre sus sentimientos, lo que hace o sus palabras.
- El tratamiento es fundamental para dejar atrás una depresión. La fuerza de voluntad no es suficiente por sí sola.
- Esconder o ignorar la situación no ayuda a resolverla.
Para facilitar la comunicación intenta mostrar cercanía, disponibilidad, calma y una actitud comprensiva. No fuerces, ni tenses la situación sobre todo si aparecen dificultades.
Ver el sufrimiento de la persona querida puede hacer que sientas impotencia, culpa, desorientación, desánimo o dolor. Igual que ocurre en otros problemas de salud, puede producir desgaste emocional por lo que no olvides tus necesidades. Dedica tiempo al autocuidado, descansa y piensa en otras cosas. Continúa manteniendo tus relaciones sociales y ocio. Si tienes dudas o sientes que la situación te sobrepasa, solicita ayuda.
Cuándo pedir ayuda
Si crees que puedes tener una depresión, pide ayuda. Solicitarla puede ser una decisión difícil, aunque es fundamental para tu recuperación.
Tu profesional de la salud de Atención Primaria puede valorar y orientar o prescribir el tratamiento adecuado. Te hará preguntas sencillas, sin obligarte a responder a aquello que no quieras. Recuerda que tratará lo que le expliques con total confidencialidad. Te dará información sobre lo que te ocurre y las mejores alternativas para recuperarte.
Señales de alarma
En el trascurso de la enfermedad se pueden dar situaciones que requieran ayuda lo antes posible. Consulta con un o una profesional de la salud si detectas alguna de las siguientes "señales de alarma":
- La persona tiene o expresa ideas de muerte o suicidio.
- Muestra una conducta agresiva verbal o físicamente.
- Las dificultades o el malestar son repentinos y muy intensos.
- Autoabandono importante: apenas se alimenta, ha dejado su aseo personal, no sigue los tratamientos recomendados.
- Aislamiento extremo: apenas se comunica con los demás o no sale a la calle.
- Podría haber una pérdida del juicio de la realidad (clínica psicótica): expresa ideas muy extrañas (o inusuales en él/ella), tiene temores nuevos e infundados, escucha o ve cosas que no existen (alucinaciones).
Si ya estás en tratamiento, conviene intentar contactar en primer lugar con tu terapeuta habitual. Si no está disponible en ese momento o la situación es de urgencia llamar al teléfono 112 o acudir al centro de urgencias más cercano.
También te puede interesar
Enlaces de interés
- Guías Autoayuda. Servicio Andaluz de Salud
- La depresión. Información para pacientes, familiares y allegados. Ministerio de Sanidad
- Información sobre la depresión. Organización Mundial de la Salud (OMS)
- Información sobre la depresión. MedlinePlus. Instituto Nacional de Salud de EEUU
- Vídeo explicativo sobre la depresión de la OMS "Yo tenía un perro negro". Inglés con subtítulos en castellano
- Web Help Guide. Web en inglés
Fecha de última modificación: