Hipertensión arterial

¿Qué es?

La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre al circular por las arterias. Cuando esta presión se mantiene por encima de los valores establecidos como normales, se denomina hipertensión arterial. Con el tiempo puede llegar a dañar los vasos sanguíneos y hacer que el corazón necesite un esfuerzo extra para poder bombear la sangre por todo el cuerpo.

Causas y tipos

Hipertensión arterial esencial

Se denomina así cuando no se conoce la causa. Ocurre entre el 90% y el 95% de los casos. Aunque no tenga identificado un origen concreto, existen factores que aumentan el riesgo o las posibilidades de desarrollar la enfermedad, como son:

  • Si algún miembro de la familia tiene la presión elevada.
  • La obesidad.
  • El consumo elevado de sal.
  • Beber alcohol.
  • Fumar.
  • Una vida sedentaria.
  • Estrés.

Hipertensión arterial secundaria

Entre el 5% y 10% de los casos, la presión elevada está asociada a otra enfermedad como, por ejemplo, trastornos de los riñones o con la toma de algunos medicamentos para el resfriado, la migraña o anticonceptivos orales.

Hipertensión arterial de bata blanca

Se da cuando una persona tiene la tensión arterial más alta en la consulta que fuera de ella, por ejemplo, en casa.

Para detectarla, suelen pedir que la persona se mida en su domicilio la tensión y la registre para luego mostrar las cifras en la consulta (automedida de la presión arterial o AMPA).

Otro modo de diagnosticarla es mediante una prueba que consiste en medir la presión arterial durante 24 horas seguidas, mientras se continúa con la vida diaria habitual (Monitorización Ambulatoria de Presión Arterial o MAPA).


Síntomas

De forma habitual, la hipertensión arterial no produce síntomas. Sin embargo, si la tensión está por encima de 180/120mmHg podrías presentar:

  • Dolor intenso de cabeza que no se alivia con analgésicos (fármacos para aliviar el dolor).
  • Dolor en el pecho.
  • Mareos y dificultad para respirar.
  • Náuseas y vómitos.
  • Visión borrosa o alteraciones de la vista.
  • Confusión y ansiedad.
  • Pitidos en los oídos.
  • Sangrado de la nariz.

Diagnóstico y pronóstico

Diagnosticar y tratar la hipertensión a tiempo puede reducir el riesgo de sufrir un infarto, ictus y enfermedades de los riñones, entre otros problemas de salud.

La hipertensión se diagnostica en consulta después de medir la tensión dos días distintos, y tener unas cifras por encima de las consideradas adecuadas.

  • La tensión sistólica, comúnmente conocida como “la alta”, estará igual o por encima de 140mmHg. Indica la fuerza que ejerce la sangre sobre las arterias cuando se contrae el corazón.
  • La tensión diastólica, “la baja”, estará igual o por encima de 90mmHg. Indica la fuerza que la sangre ejerce sobre las arterias cuando el corazón se relaja.

Para confirmar el diagnóstico, podrían pedir que se completen las mediciones en consulta con autocontroles en el domicilio. De esta forma, se puede descartar la hipertensión arterial de bata blanca.

Valores de la presión arterial en personas adultas

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Consenso Europeo de Hipertensión Arterial 2021


Consecuencias a largo plazo

Con el paso de los años, el exceso de presión que ejerce la sangre sobre las arterias puede dañarlas y provocar un ictus, derrame cerebral e incluso algún tipo de demencia. Además, el endurecimiento de las arterias (arterioesclerosis) puede llevar a tener un infarto, angina de pecho o insuficiencia cardiaca, y lesionar otros órganos como los riñones.

Por eso, aunque una persona con hipertensión no tenga síntomas, los autocuidados son imprescindibles para poder reducir el riesgo de desarrollar otras enfermedades cardiovasculares. Estos cuidados incluyen el tener un estilo de vida saludable como pilar primordial, la correcta toma de medicación si está indicada, y el control de la tensión arterial.

Diabetes e hipertensión arterial

Tanto la hipertensión arterial como la diabetes son factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Así, cuando una persona tiene ambas, se multiplica el riesgo de padecer un infarto, ictus y enfermedad renal crónica, entre otras.

Sin embargo, las consecuencias pueden ser evitadas o atenuadas, si se consigue un buen control de las mismas. En pacientes con ambas enfermedades, se recomienda que las cifras de tensión se mantengan por debajo de 130/80mmHg.

Tensión arterial en personas mayores de 60 años

Con el paso del tiempo, las arterias pierden elasticidad y se hacen más rígidas, por eso con la edad se eleva el riesgo de que una persona tenga hipertensión.

Las personas mayores de 60 años tienen más riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares, porque las arterias con menor capacidad para adaptarse a presiones altas pueden obstruirse o romperse. Por eso son las personas que más se benefician de pequeños y controlados descensos de las cifras de tensión arterial.

La recomendación general para personas a partir de los 60 años es mantener las cifras de tensión arterial por debajo de 150/90mmHg, siempre que no haya otras patologías y/o consuman más de cinco fármacos de manera habitual. En todo caso, será el o la profesional de la salud quien valore el caso concreto.

Cuidados

Hábitos de vida saludable

El primer pilar del tratamiento y el más importante, tanto para prevenir la hipertensión como para controlarla, consiste en adoptar un estilo de vida saludable. Esto podría ser suficiente para disminuir la tensión arterial sin necesidad de tomar medicación. Si lo necesitas, pide apoyo a tu profesional de medicina y enfermería para realizar estos cambios:

  • Aliméntate de forma variada y equilibrada. Recuerda incluir en tu dieta diaria frutas, verduras, legumbres, pescados y frutos secos naturales sin sal añadida (un puñado al día).
  • Disminuye el consumo de sal. Recuerda que los alimentos enlatados y precocinados contienen cantidades no recomendadas de sal, por lo que en la medida de lo posible reduce o evita su consumo. Evita comer ultraprocesados, productos listos para comer o beber que combinan azúcar, sal, grasa y varios aditivos. Incluyen bebidas azucaradas, snacks y comidas rápidas.
  • En caso de sobrepeso u obesidad, intenta perder peso. Si necesitas apoyo, el personal de enfermería de tu centro de salud puede ayudarte en el proceso.
  • No fumes. Si decides dejarlo, puedes pedir ayuda a tu profesional de enfermería.
  • Limita el consumo de alcohol. El único consumo seguro es cero gramos.
  • Modera el consumo de café y té a 2 o 3 tazas al día.
  • Bebe entre 1.5 y 2 litros de agua al día, salvo que haya contraindicaciones médicas.
  • Realiza actividad física adecuada a tus capacidades. Procura alcanzar 150 minutos semanales de una actividad moderada, por ejemplo, caminar a paso rápido, andar en bicicleta, bailar o realizar tareas domésticas. También se pueden hacer 75 minutos semanales de actividad intensa como correr, senderismo, deportes en equipo, baile aeróbico, nadar rápido. Además, se recomienda añadir mínimo dos días de ejercicios de flexibilidad, fuerza y equilibrio. Es preferible posponer la actividad física si tienes cifras por encima de 180/105mmHg, porque el ejercicio puede subir la tensión.
  • Reduce el estrés. Para conseguirlo, puedes practicar técnicas de relajación como respiraciones abdominales o yoga.
  • Duerme o descansa al menos 8 horas al día.

Medicación

En caso de que tu profesional de medicina te indique tomar medicación, tendrías que mantener los estilos de vida saludable que has alcanzado o seguir trabajando en ellos.

Además de esto, es importante que tomes la medicación los días y en las dosis indicadas, ya que, de no hacerlo, la tensión arterial podría volver a subir. Por eso hay que continuar el tratamiento hasta que te indiquen lo contrario.

Comprueba que conoces el nombre del fármaco, la cantidad, cuándo y cómo tomarlo, para qué sirve, cómo se conserva y qué hacer en caso de olvido o equivocación.

La medicación puede provocar efectos secundarios como mareo, tos, debilidad, dolor de cabeza, diarrea… En caso de sentir alguno, consulta con tu profesional de la salud de referencia.

¡Importante! Evita los antiinflamatorios y los efervescentes, estos últimos por su alto contenido en sal.

Mantener una tensión arterial adecuada

Otro pilar del tratamiento consiste en mantener la tensión en los límites recomendados, por lo general, por debajo de 140/90 mmHg. El equipo de salud que te atiende puede informarte de los valores aceptables en tu caso.

Si tienes un aparato para medir la tensión, puedes controlarla de forma periódica. Es recomendable que compartas los registros que realices en casa cuando acudas a las consultas de seguimiento.

Si no tienes un diagnóstico de hipertensión y tienes una máquina a tu alcance, en cualquier momento puedes comprobar si las cifras son las recomendadas.

¿Cómo se toma la tensión?

Para asegurarte de que mides la tensión arterial de forma adecuada, puedes seguir estas recomendaciones:

  1. Tensiómetro adecuado: Es preferible un tensiómetro de brazo, porque suelen ser más precisos que los de muñeca. Puedes mostrárselo al profesional de enfermería de referencia para que lo valore.
  2. Momento adecuado: Escoger un momento de relajación, asegurando un descanso previo de al menos 5 minutos.
  3. Posición adecuada: Es mejor sentarse con la espalda apoyada en el asiento, y tener el brazo relajado y sin ropa que lo oprima. Éste debe estar apoyado sobre la mesa, con la palma de la mano hacia arriba y el codo ligeramente flexionado a la altura del corazón. No cruces las piernas.
  4. Elección del brazo: Es posible que los valores sean distintos en un brazo y en el otro, por eso se recomienda medir la tensión siempre en el mismo brazo. Se suele elegir el brazo que dé las cifras más altas.
  5. Varias tomas: Conviene realizar tres mediciones con un descanso de uno o dos minutos entre ellas. En caso de tener una arritmia, habría que tomar cinco veces la tensión. Al final hay que calcular la media aritmética de las cifras.
  6. Anota el valor exacto: Es mejor apuntar la cifra exacta y no redondear. Por ejemplo, 124/89 mmHg en vez de 12/9 mmHg.

30 min antes, no fumar, ni beber cafeína o comer, ni hacer ejercicio

Habitación silenciosa

Temperatura confortable

Descanso 3-5 minutos

No hablar durante o entre mediciones

Leer y entender las cifras de la tensión arterial

  1. Tensión sistólica: Mide la fuerza de la sangre en las arterias cuando el corazón se contrae (late). Debería estar por debajo de 140mmHg.
  2. Tensión diastólica: Mide la fuerza de la sangre sobre las arterias mientras el corazón está relajado. Debería estar por debajo de 90mmHg.
  3. Frecuencia cardiaca: Los tensiómetros también indican el pulso, es decir, el número de veces que late el corazón en un minuto.

Mujer y tensión arterial

Embarazo

Si una mujer embarazada tiene hipertensión, ésta puede ser de dos tipos:

  • Hipertensión gestacional: Aparece a partir de la semana 20 de embarazo y suele desaparecer a partir de la sexta semana tras el parto. Es más común si se gesta a más de un feto. No todos los casos necesitarán medicación.
  • Hipertensión crónica: La enfermedad existe antes del embarazo o antes de la semana 20 de gestación.

Tu profesional de la salud hará los controles que necesites y te dará las indicaciones a seguir.

Toma de anticonceptivos orales

Antes de tomar anticonceptivos orales es importante consultar con tu profesional de la salud, sobre todo si ya se ha diagnosticado hipertensión. Usarlos podría aumentar las cifras.

Climaterio

En esta etapa de la vida suele aumentar la probabilidad de desarrollar enfermedades como hipertensión arterial o diabetes, algo que está más ligado al proceso de envejecimiento y a los hábitos de vida que a la menopausia. Aun así, los cambios hormonales que ocurren tras la menopausia o los tratamientos hormonales sustitutivos pueden elevar las cifras de presión arterial.

Cómo cuidar y acompañar

La familia y la red de apoyo son fundamentales porque cumplen un rol en el tratamiento de esta enfermedad. Es importante este acompañamiento durante el tratamiento, control y seguimiento de las recomendaciones para evitar posibles complicaciones.

Al tratarse de una condición crónica que se mantiene durante largo tiempo, resulta esencial ofrecer a la persona un soporte y motivación para que no abandone su tratamiento y cuidado.

Se pueden contribuir y reforzar los siguientes aspectos:

  • Cuidado de los estilos de vida saludables.
  • Mantener del tratamiento farmacológico pautado, si lo hay.
  • Control de la presión arterial en el domicilio.

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