Educar en un mundo digital

De 0 a 2 años

La Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomienda la exposición de pantallas en edades tempranas, especialmente de 0 a 2 años. En este periodo, los sentidos se encuentran inmaduros y exponerlos a agentes externos para los que no están preparados puede alterar su correcto desarrollo:

  • La luz azul directa puede afectar a la memoria visual, la atención y el reconocimiento.
  • Las pantallas planas pueden entorpecer el desarrollo motor fino, que se favorece con el tacto de diferentes volúmenes y texturas.
  • Permanecer frente a una pantalla no fomenta el movimiento o la actividad y puede disminuir la curiosidad y exploración del mundo que le rodea.
  • El uso de pantallas de manera individual hace que no sientan la necesidad de expresarse y puede suponer un retraso en la comunicación verbal.

En esta franja de edad, tu bebé necesita el contacto humano para su desarrollo, por lo que es importante establecer una adecuada relación de apego. Utiliza la mirada, la voz y el tacto en momentos tanto de entretenimiento como de cuidado.

De 2 a 5 años

Utilizar pantallas recreativas menos de una hora al día (cuanto menos mejor) y siempre en compañía.

En casa

  • Situarlas en lugares comunes para facilitar la interacción.
  • No utilizarlas para dormir.
  • Comer sin ellas para favorecer la relación familiar.
  • Hablar mirándonos a los ojos.
  • A la hora de compartir información y/o imágenes en redes sociales, la persona adulta debe proteger la intimidad del/la menor.

Actividades digitales en compañía

  • Ver una película.
  • Cocinar con recetas de internet.
  • Utilizar tutoriales de manualidades.
  • Karaokes.
  • Coreografías.

Alternativas no digitales

  • En la calle: juegos con otras personas, cuerda para saltar, pelota, bolsita con juguetes para llevar en el bolso, papel y lápices de colores….
  • En casa: juegos, manualidades.
  • En el coche: veo, veo, canciones, palabras encadenadas.
  • Fomentar excursiones y actividades en familia: cocinar, pintar, manualidades, disfraces.

Ante una rabieta, situación en la que lloran o se enfadan: responder estando presentes y ayudando a pensar sobre lo sucedido. Una vez se haya resuelto, comentar lo sucedido con frases cortas adaptadas a su edad. Existen alternativas como juguetes que no tengan piezas pequeñas, música o una hoja y pinturas que ayudan a desarrollar la creatividad y motricidad fina (movimiento fino y preciso). Utilizar la pantalla no ayuda a aprender a gestionar la emoción.

De los 6 años hasta el primer móvil

En este periodo se va adquiriendo el uso de la razón, por lo que es importante que dentro del ámbito familiar se vayan integrando una serie de pautas generales para conseguir el bienestar digital deseado, siendo estas una extensión de los valores, normas y confianza que ya hay establecidos en el hogar.

Algunas sugerencias:

  • Delimitar los espacios de cero tecnologías.
  • Apagar el router antes de acostarse.
  • Fijar un horario de pantallas: tiempo y espacio de uso.
  • Promover actividades offline o no virtuales:
    • Fomentar ratos de lectura.
    • Reforzar juegos de mesa frente a consolas.
    • Buscar actividades de tiempo libre.
    • Animar a que se relacionen con sus amistades.
    • Realizar actividades en familia al aire libre, como por ejemplo paseos, juegos en el parque…

Con las pautas marcadas, el uso de la tecnología queda ordenado, lo que permite reforzar el desarrollo de la personalidad y una relación equilibrada con los dispositivos, sin recurrir a ellos para la distracción. Es el momento del primer acceso a internet. Acompañarle a descubrir contenidos relevantes, explicar las posibilidades positivas y afrontar los riesgos desde una perspectiva de superación, puede facilitar un uso saludable sostenido en el tiempo. Recuerda:

  • Utilizar una plataforma de control parental con una selección de contenidos apropiados. Entornos controlados para sus primeros accesos internet.
  • Establecer tiempo de uso de pantallas y franjas horarias permitidas. Son de todas las personas, procurar que estén al alcance y a la vista de cualquiera.
  • Plataformas digitales (pe. Netflix, Youtube…) adaptadas a la edad, acotar los contenidos, acompañar sobre todo si no conocemos lo que consumen. Si se recurre a sistemas de control parental, explicar por qué se hace, lo que preocupa y cómo se gestionará de manera progresiva.
  • Habitualmente, consolas o videojuegos digitales son el primer contacto de ocio. Si se participa en su juego se pueden ver sus gustos y modular un uso responsable. Acordar compromisos en cuanto a:
    • Tiempos: día y hora de manera que no entorpezcan las rutinas.
    • Adaptados a cada edad.
    • Pantalla en un lugar visible de la casa.
    • Observar el juego. Evitar el juego online con desconocidos.
    • Si los juegos son online o por internet con otras personas, insistir en la importancia de no aceptar ni jugar con personas desconocidas y que ante situaciones o comentarios fuera de lugar contacten con una persona adulta.
    • Fomentar otras formas de ocio al aire libre para encontrar un equilibrio necesario entre lo digital y analógico.
  • Descarga de aplicaciones (app):
    • Configurar la privacidad, explicando el motivo.
    • Buscar las que tengan relación con sus aficiones en el mundo analógico y las que fomenten el ocio en familia.
    • No utilizarlo para premiar o castigar.
    • Es importante recordar que la edad legal para poder abrir cuentas en redes sociales está en torno a los 14 años. Puede variar en función de la plataforma en la que se quiera registrar, por lo que conviene consultar en cada caso concreto.

Es importante que no se utilice la tecnología como un pacificador emocional. Se les debe enseñar a identificar sus emociones, aprender a aceptarlas y manejarlas

Primer móvil, ¿a qué edad?

El primer móvil supone la apertura completa al mundo exterior. Aunque la edad recomendada está en torno a los catorce años, la decisión depende de muchos factores y es exclusiva de los padres y las madres. Es recomendable tener en cuenta cómo es la persona, el grado de madurez y desarrollo, ver qué nivel de autonomía tiene a la hora de estudiar, realizar sus tareas, cuidar su material, mantener un orden, así como el uso que ha hecho de otros dispositivos electrónicos.

A veces es necesario adelantar un poco la edad por diferentes motivos (empiezan a coger autobuses de línea, metro, volver de extraescolares a casa sin compañía…) y puede ser suficiente con un reloj que pueda recibir llamadas o un móvil sin conexión a internet. No hay por qué empezar en el mundo del móvil con un Smartphone.

Por dónde empezar:

  • Elegir un dispositivo adecuado para su edad y uso.
  • Pactar tipo de contrato.
  • Establecer los límites horarios y para qué va a utilizarse.
  • Mejor con acompañamiento constante y no uso privado.
  • Configurarlo con la persona para que sea seguro, habiendo hablado sobre temas como la privacidad, la intimidad, el respeto, el compromiso de cuidarlo y a hacer un uso responsable.

En esta etapa se inician en las redes sociales. Es recomendable que estés en el momento de crear los nuevos perfiles, y que habléis de las normas para gestionar la cuenta, entre ellas, que la use en modo privado y que se comprometa a hacer un uso responsable. Es importante informar sobre la repercusión de la huella digital y la necesidad de cuidar lo que se comparte o publica en internet.

Adolescencia y autonomía

La adolescencia es una etapa en la que el contacto, la aprobación, la interacción social y la pertenencia al grupo de iguales toma especial relevancia. En este sentido, los dispositivos móviles, ordenadores o tabletas ofrecen una vía de acceso constante. No es extraño que las pantallas se conviertan en un foco excesivo de atención. Además, es común que pidan más privacidad e independencia. El papel de los padres, las madres o las personas responsables es de ayuda y acompañamiento durante la transición desde el uso controlado hacia la autonomía. Moderar el uso de manera que se respeten las relaciones y rutinas familiares, pero dándoles oportunidad de participar en la determinación, modificación y/o negociación de las normas.

Como en otros aspectos de la vida, no hay por qué compartir la forma de entender la relación con las nuevas tecnologías. Por eso, conviene diferenciar lo que verdaderamente es importante para su salud (no duerme porque es incapaz de apagar el móvil por las noches) de lo que tiene que ver con la percepción personal de las cosas (preferiría que le gustara tocar un instrumento o el senderismo en lugar de las redes sociales). Recordar siempre que las personas adultas disponen de la experiencia, pero que los y las adolescentes son la vanguardia en la tecnología (saber reconocerlo y valorarlo).

En este sentido:

  • Normas claras en relación al descanso y el sueño, que serán más fáciles de incluir desde el ejemplo parental.
  • Promover el equilibrio entre actividades online y libres de tecnología.
  • Respetar la intimidad y fomentar la comunicación buscando momentos donde compartir.
  • Transmitir que son responsables de lo que hacen, no de lo que el resto de personas hagan.
  • Consensuar unas normas en relación al uso del móvil u otros dispositivos y pactar que, si no se cumplen, pueden ser restirados por mal uso, trato indebido, instalación de programas o plataformas inadecuadas…

Es una situación óptima para trabajar su propio criterio y ayudarles a formarlo. Puede ser de ayuda mantener la comprensión que se ha trabajado desde edades anteriores y favorecer la escucha.

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